Powered By Blogger

martes, 8 de febrero de 2011

Fe dormida

Nada hace más feliz al diablo que ver como los creyentes se fanatizan con la Biblia. Es decir, cuando ya no les interesa practicar lo que está escrito, su placer es escuchar o leer mensajes maravillosos y saber más y más…
De ese modo, pueden hacer alarde de que sean más que otros.
El propósito de las revelaciones contenidas en la Biblia no es memorizarlas ni causar un sentimiento de bienestar, sino preparar a la gente para la guerra contra el mal. Por lo tanto, si no se les pone en práctica, ¿Cuál es la ganancia?
Así como nuestros músculos necesitan ejercicio para estar fuertes, nuestra fe requiere ser ejercitada para que nuestros sueños se hagan realidad.
Ejercitar la fe es obedecer la Palabra de Dios.
Obviamente, la lectura bíblica es un excelente alimento para nuestro espíritu, pero si no practicamos lo leído, terminaremos cayendo en la hipocresía. Las lecciones carecerían sentido.
Los escribas, por ejemplo, incurrían en lo anterior. Ellos conocían la Ley, los Mandamientos y las profecías mejor que nadie, pues estaban oficialmente a cargo de transcribir las Escrituras.
Sin embargo, Jesús los llamo hipócritas, guías ciegos, serpientes y generación de víboras,
Él les revelo como serian juzgados por Dios al decirles: “¿Cómo escapares de la condenación del infierno?” (Mateo 23:1-35).
¿Cuánta gente estará espiritualmente anestesiada debido a su extenso conocimiento  bíblico?
Gente que está ansiosa por saber, pero vacila en la práctica de los pensamientos de Dios.
¿Y sabe por qué?
Porque odian la idea de sacrificar. Inclusive gusta leer sobre el sacrificio pues no les cuesta nada, pero en la práctica lo detestan.

El diablo sabe que la fe no tiene ningún poder cuando está inactiva. Esa es la razón por la que muchos son llamados, pero pocos son escogidos.


El tamaño de la fe, es medida por el esfuerzo de la actitud, ósea, la fe es medida por el sacrificio.
                                                                                                                                                                                                                                                                              Edir Macedo


No hay comentarios:

Publicar un comentario