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miércoles, 27 de abril de 2011

Tiene que ser diferente

Cuando Dios libero al pueblo hebreo del dominio de los egipcios, su intención no era solamente liberarlo, también era hacer conocido Su nombre y Su poder en todo lugar, porque hasta antes de ese acontecimiento, Dios era conocido como el Dios de un pueblo esclavo, uno igual a otros tantos, no como el Soberano. Él vio en la liberación de Israel la oportunidad de darse a conocer como el Todopoderoso.
Hoy es igual, Dios no vive de la gloria del pasado, Él quiere que todas las personas sepan que es el único y verdadero Dios. ¿Y cómo ocurrirá?, debe existir la manifestación de su poder en nosotros, de tal forma que las personas alrededor vean lo que hace con aquellos que lo buscan.
En necesario exista diferencia entre la gente común y quienes obedecen a Dios.
Con palabras, no convencerá a alguien de buscar a su Dios vale la pena, sólo con hechos poderosos.
Además, Dios quiere mostrar su poder a través de nosotros, quién es Él. Al sacar a Israel con mano fuerte, hasta el faraón tuvo que reconocer que el Dios de Moisés, del pueblo de Israel, es el verdadero Dios, pues sus dioses no podían hacer lo que  Dios sí hizo.
Jesucristo busca que el resultado de su fe sea incuestionable y nadie pueda decir cosa alguna contra su fe, hacer evidente en su vida los resultados de su creencia. Si es este momento  está pasando por un momento terrible, es el instante ideal para usar la fe y mostrar que el Dios verdadero es Su Dios y que Él pelea por usted.
Usted no debe  seguir o creer en un dios sólo por tradicionalismo, porque así le inculcaron, debe hacerlo por fe inteligente, no ciega.
“(…) y hubo densas tinieblas  sobre toda la tierra de Egipto, por tres días. Ninguno vio a su prójimo, ni nadie se levantó de su lugar en tres días; más los hijos de Israel tenían luz en sus habitaciones.” (Éxodo 10:21)
Su vida debe hablar por si misma de que buscar  a Dios vale la pena. Que su Dios no es de yeso, barro, inanimado, sino el Todopoderoso.
Dios quiere hacerle resplandecer, que todos vean que no depende de alguien para triunfar, que la fe en Dios y su decisión le bastan. No obstante, sólo reflejan eso quienes racionalizan lo siguiente: si su Dios es grande, su vida, en todos los aspectos, debe estar ampliamente bendecida. Y solo se obtienen bendiciones grandes quienes sacrifican en grande y obedecen a Dios de corazón.





“….En el mundo tendréis aflicción, pero confiad yo he vencido al mundo”

Juan 16:33





martes, 26 de abril de 2011

El mismo precio

No es un negocio, no es un juego, mucho menos un trueque. Se trata de la materialización de la fe viva en el Dios vivo.
Si queremos ver los milagros vividos por los héroes de la fe del pasado, mínimo debemos pagar el mismo precio pagado por ellos.
¿Cuánto? Renunciaron a su propia voluntad para seguir los impulsos de la fe que los guiaron al cumplimiento de las promesas divinas de bendiciones.
Josué y Caleb quedaron encantados al ver la Tierra Prometida. La visión siniestra de sus habitantes gigantes no les quito la convicción de la victoria, al contrario.
Los demás compañeros de la misión, a pesar de también estar maravillados por haber visto dos  hombres cargados un enorme racimo de uvas, tamaño riqueza de la tierra, consideraron más las dificultades que las bendiciones, pues se acobardaron al ven tan enormes habitantes.
Pero Dios es Dios, su Palabra no puede fallar. Quien cree no huye, por causa de eso emplea toda su fuerza porque sabe cuál será el resultado de emplear la fe.
La fe da valentía al espíritu para actuar y luchar hasta alcanzar el objetivo deseado. El tamaño de la fe medido por el esfuerzo empleado en una actitud, o sea, la fe es medida por el sacrificio. Si hay sacrificio, entonces hay fe.
Eso agrada a Dios.
En realidad, todos pueden participar de la fe sacrificial, pobres y ricos, porque cada uno tiene su mayor.
Cuanto  más grande es el  sueño, mayor tendrá que ser el sacrificio. Si eso es real con respecto a las conquista de los bienes materiales y temporales, imagine en relación a las cosas eternas.



 
“Nadie se salva movido por sentimientos. La salvación exige actitud, acción o materialización de la fe. O sea ¡Valor!”

Edir Macedo






viernes, 22 de abril de 2011

Cómo mantenerse de pie

La vida es una tarea de todos los días. Un ins­tante, mal parados, nos puede hacer tambalear o caer. ¿Cómo asegurar que pese a todo estaremos de pie? Humana­mente hablando es difícil. ¿Y qué si Dios le dijera “estaré contigo”? Quizá algunos, en el fondo, no lo vean tan trascendente, pero la ayuda de Dios hace sacar fuerzas de la debilidad.
Obviamente, la persona tendrá que empeñarse en escuchar más a Dios y negar atender sus pen­samientos o los sentimientos de desánimo. Nosotros hacemos eso, obedecemos su voz y Él hace lo demás. Es un trabajo en equi­po.
Dios dijo: “nadie te podrá hacer frente en todos los días de tu vida, como estuve con Moisés, estaré contigo, no te dejaré, ni te desampararé. Esfuérzate y sé valiente.” (Josué 1:1-6) Mientras usted siga ese consejo y no se acobarde, aún ante el panorama más gris derrotará cualquier pro­blema, vivirá a plenitud su vida y al fin de todo se descubrirá de pie.

jueves, 21 de abril de 2011

Con ese Poder, ¿qué le será imposible?

En todo el planeta, es no­toria el hambre de poder que bastantes individuos tienen. Aspiran ser in­vencibles, exitosos, admirables. Pues bien, ¿sabía que Cristo pro­metió darnos poder?
Ese Poder es el Espíritu Santo y so­brepasa cualquier otro que pueda ser otorgado en este mundo. Para muestra, basta analizar lo que hizo con los apóstoles del Señor Jesús. Antes de recibir al Espíritu de Dios en su interior, los apósto­les eran hombres cobardes, agre­sivos, impulsivos… Sin embargo, una vez que ese Poder se adue­ñó de ellos, se tornaron valientes, seguros de sí mismos, osados, imbatibles. El libro de Hechos nos deja ver ese Poder actuando en dichos hombres, por ejemplo, en el capítulo 4, versículo 13, dice: “Entonces viendo el denuedo de Pedro y de Juan, y sabiendo que eran hombres sin letras y del vulgo, se maravillaban; y les re­conocían que habían estado con Jesús.” Y más adelante, en el ver­sículo 31, se menciona cómo ese Poder los fortalecía y les daba las condiciones para continuar su lu­cha: “Cuando hubieron orado, el lugar en que estaban congrega­dos tembló; y todos fueron llenos del Espíritu Santo, y hablaban con denuedo la palabra de Dios.”



Con su fe, usted puede conseguir innumerables bendiciones, pero si en su interior no entra el Espíri­tu Santo, cuando surjan situacio­nes adversas no tendrá la fuerza ni la sabiduría para resolverlas, y, como la mayoría, se desesperará y hasta le reclamará a Dios. Los apóstoles no eran hombres estu­diados, tampoco eran privilegia­dos o especiales, pero por tener dentro de ellos el Espíritu de Dios, se impusieron a todas las perse­cuciones, infamias y ataques que surgieron en su contra.
Quizá a usted le desprecian, le catalogan como un fracaso o in­cluso no le satisface ser como es, pero piense: Si el Poder que entró en los apóstoles se adueña de su ser, ¿habrá algo o alguien capaz de impedirle alcanzar lo que de­sea?, ¿qué o quién podrá destruir­le si Dios habita en su interior?
El Espíritu Santo ansía cuidar­le, hacerle feliz y conducirle a la realización de sus sueños. La de­cisión de aceptar o rechazar ese Poder es suya.



“pero recibiréis poder cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo (…)”

Hechos 1:8







miércoles, 20 de abril de 2011

¿Le olvidó?

¿Es usted de los que cree que Dios es indiferente al dolor y su­frimiento del ser humano? Quizá ha tenido esa idea y tal vez se ha dicho para sí mismo: ¿Si Dios me ama, por qué permite que me ocurran cosas malas?

Efectivamente, Dios ama a Sus criaturas, pero las personas no siempre le buscan. Antes que acudir al Señor Jesús recurren a toda una serie de posibilidades que no resuelven sus problemas y sólo agravan su situación. Por lo general, a Dios se le busca cuan­do ya no hay alternativa, tocan a
Su puerta como una última op­ción. Las personas no logran dar­se cuenta de que el Señor ha dado libertad y siempre se mantendrá respetuoso de ella: Él no actuará si antes usted no pide Su ayuda.

En los planes de Dios jamás es­tará contemplada la idea de pro­barle de una manera cruel. Sus propósitos siempre estarán enfo­cados hacia el bienestar de quie­nes le buscan.
Si desea experimentar Su poder y transformar su vida, simplemen­te dese y déle la oportunidad de ayudarle. Él no le ha olvidado ni le olvidará, pues usted es Su máxi­ma creación.




 “¿Se olvidará la mu­jer de lo que dio a luz, para dejar de compadecerse del hijo de su vientre? Aunque olvide ella, yo nunca me olvidaré de ti.”
                                                                                                   (Isaías 49:15)






martes, 19 de abril de 2011

Su elección

A pesar de lo doloroso de ima­ginar a Cristo dando su vida por nosotros, Él dijo ser dicho evento un motivo de alegría. Se ofreció en sacrificio para tenernos junto a Él. Siempre y cuando vivamos acorde a Su voluntad, dependiendo de Él, viviendo en Su amor.

Evidentemente esa alegría no es por lo que nuestros peca­dos le hicieron sino porque de no hacerse dicho sacrificio, ni usted ni yo estaríamos aquí, con la oportunidad de salvación justo frente a nosotros.

Ninguna acción podía borrar nuestras fallas ante Dios. Él lo había dicho ante el Universo, los ángeles y hasta ante Sata­nás, sólo hay dos caminos: o amar a Dios o no amarlo y quien no lo escogiera a Él, escogía sa­biendo o no los caminos traza­dos por Satanás y éste tendría control sobre la persona.




¡Son gloriosas estas fechas!, de no ser por Su sacrificio, nues­tros errores nos habrían conde­nado a una vida tormentosa y a una eternidad aún peor. Pero la sangre de Jesús libra a quien lo elije. Por eso búsquelo esta Se­mana Santa y salga usted y cada ámbito de su vida de las garras del diablo. Sea realmente feliz.



¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No esta aquí, sino que ha resucitado. (San Lucas 24:5)

lunes, 18 de abril de 2011

Él vive, ¿y usted?

Inicio la Semana Santa y sabemos que en estos días el centro de atención es Jesucristo. Sin embargo un hecho que sobresale es que la mayoría de la gente se enfoca en Su muerte y no tanto en Su Resurrección.


“Pobre, ¡cómo sufrió!”; “¿Por qué lo mataron si era tan bueno?”.
Expresiones de este tipo abundan en esta época. Es verdad, en Sus últimos días, el Señor Jesús fue objeto de degradaciones y terribles maltratos físico,  pero Su crucifixión era indispensable. Fue el plan divino para poder salvar nuestra alma de la condenación eterna, de lo contrario, todos estaríamos sentenciados a pasar la eternidad en el lago de fuego, en tormentos.
Pese a todo, la muerte en el Calvario no fue el punto final den la vida de Jesús. Él no podía permanecer muerto,  las Escrituras afirman que era imposible que la muerte lo retuviera (Hechos 2:24).


La Resurrección de Cristo es la  prueba máxima de que para Él todo es posible, ya que ni la muerte puede dominarlo. No en vano se le conoce como el Todopoderoso.
Actualmente al Señor ya no se le ve en carne y hueso, puesto que es Espíritu. Pero el hecho de que nuestros ojos físicos no lo vean, no  significa que Él no está ahí.


Quizá  usted dice creer en Él, pero su vida no refleja el poder de este Dios.
En vez de disfrutar de una buena salud, de una familia unida y amorosa, de una relación hermosa con su pareja, de una buena condición económica y de una paz interior  que nada se la quita, tal vez ha pasado los años llorando, gimiendo por la realidad que enfrenta. Ha buscado soluciones pero solo se ha dado golpes en la pared  y, posiblemente, ya hasta pensó en ponerle un basta a su existencia. ¿No cree que eso se deba a que su idea de Cristo es que Él aún  sigue pendiendo en una cruz, y que por eso su vida esta así, como muerta?
Aproveche este Semana Santa para conocer a Jesús tal cual es.
Un Dios de amor e interesado en ayudarle a salir de sus problemas.


Él es capaz de hacer nuevas todas las cosas, permítase crear juntos a Él mismo asegura: “…porque yo vivo, vosotros también vivires.” (Juan 14:19)