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lunes, 18 de abril de 2011

Él vive, ¿y usted?

Inicio la Semana Santa y sabemos que en estos días el centro de atención es Jesucristo. Sin embargo un hecho que sobresale es que la mayoría de la gente se enfoca en Su muerte y no tanto en Su Resurrección.


“Pobre, ¡cómo sufrió!”; “¿Por qué lo mataron si era tan bueno?”.
Expresiones de este tipo abundan en esta época. Es verdad, en Sus últimos días, el Señor Jesús fue objeto de degradaciones y terribles maltratos físico,  pero Su crucifixión era indispensable. Fue el plan divino para poder salvar nuestra alma de la condenación eterna, de lo contrario, todos estaríamos sentenciados a pasar la eternidad en el lago de fuego, en tormentos.
Pese a todo, la muerte en el Calvario no fue el punto final den la vida de Jesús. Él no podía permanecer muerto,  las Escrituras afirman que era imposible que la muerte lo retuviera (Hechos 2:24).


La Resurrección de Cristo es la  prueba máxima de que para Él todo es posible, ya que ni la muerte puede dominarlo. No en vano se le conoce como el Todopoderoso.
Actualmente al Señor ya no se le ve en carne y hueso, puesto que es Espíritu. Pero el hecho de que nuestros ojos físicos no lo vean, no  significa que Él no está ahí.


Quizá  usted dice creer en Él, pero su vida no refleja el poder de este Dios.
En vez de disfrutar de una buena salud, de una familia unida y amorosa, de una relación hermosa con su pareja, de una buena condición económica y de una paz interior  que nada se la quita, tal vez ha pasado los años llorando, gimiendo por la realidad que enfrenta. Ha buscado soluciones pero solo se ha dado golpes en la pared  y, posiblemente, ya hasta pensó en ponerle un basta a su existencia. ¿No cree que eso se deba a que su idea de Cristo es que Él aún  sigue pendiendo en una cruz, y que por eso su vida esta así, como muerta?
Aproveche este Semana Santa para conocer a Jesús tal cual es.
Un Dios de amor e interesado en ayudarle a salir de sus problemas.


Él es capaz de hacer nuevas todas las cosas, permítase crear juntos a Él mismo asegura: “…porque yo vivo, vosotros también vivires.” (Juan 14:19)


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