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viernes, 25 de febrero de 2011

El poder en la debilidad

Quien vive por la fe en Jesucristo, generalmente va en contra de los pensamientos que dominan al mundo, pues la lógica humana no concuerda con la fe.
Todo aquel que trate de armonizar la fe y el juicio humano terminara confundido. Simplemente no llegara a ninguna parte.
El Señor Jesús garantizo a los primeros, el  último lugar (Mateo 20:16). El mayor será siervo de los menores (Mateo 23:11) y quien quiera salvar su vida, la perderá, pero quien dé su vida, la perderá, pero quien dé su vida por la causa divina, se salvará (Mateo 16:25).
Inclusive, el poder de lo Alto se perfecciona en la debilidad humana.
 De ahí que el apóstol Pablo se diera cuenta que sus debilidades eran señales de fuerza. En los momentos de dolor y de aflicción escucho una Voz suave que le decía: “Bástate mi gracia porque mi podre se perfecciona  en la debilidad.” (2 Corintios 12:9)
Una gigantesca fe le vino debido a esa palabra, entonces, confesó:
Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo. Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustia; porque  cuando soy débil, entonces soy fuerte.” (2 Co. 12:9 y 10).
Verdaderamente, por causa de las humillaciones, Pablo aprendió que los humillados serán exaltados y los exaltados serán humillados. Eso porque en el Renio de Dios, quien abusivamente quiere ganar, pierde; y quien lucha con humildad y paciencia, gana.
Justamente es lo opuesto a las reglas del mundo.
Por lo tanto, amigo lector, si se siente abatido, débil, humillado o fracasado, sepa que es una buena oportunidad para que el poder de Dios le perfecciones en su flaqueza y le muestre que con Dios todo lo puede.


Las tentaciones, a diferencia de las oportunidades, siempre llaman dos veces.

                                               O.A. Battista



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