“..por qué no menospreció ni rechazó el dolor del afligido, ni de él escondió su rostro, sino que cuando clamó a Él, lo escuchó.”(Salmos 22:24)
Quien no ha sentido la sensación de que Dios no escucha tus oraciones, sí, yo también lo he sentido y quiero compartir contigo una experiencia mía.
Anteriormente me paso esto, yo estaba luchando por un sueño, estuve prácticamente un año en preparación, tuve luchas, hubo obstáculos que tuve que vencer, hubo sacrificios, en fin hubo de todo, intentando cumplir ese anhelado sueño.
La fecha llegó y todo lo que me había preparado en ese año, había llegado la hora de aplicarlo y así lo hice, nunca dudando que Dios estaba conmigo. Fue aproximadamente un mes de pruebas, todo iba viento en popa y yo con la confianza de que Dios me daría la victoria, llegue a la recta final y ahí estaba yo, dando lo mejor de mí, nunca dudando y si venían las dudas las rechazaba, hice la prueba final y posteriormente me darían resultados.
Cuando finalice las pruebas hubo en mi mucha alegría, paz y sentí que todo saldría bien.
Durante el tiempo que duro este proceso yo oraba, ayunaba, hablaba con Dios, pidiéndole que me concediera ese sueño.
Llego la fecha de los resultado, el día que los iba a consultar mi corazón esta alegre, al momento de buscar mi nombre, SIMPLEMENTE NO ESTABA, volví a buscarlo y caí en cuenta de que yo no había sido seleccionada, me vino una sensación como si me hubieran tirado una cubeta de agua helada encima, me quede pasmada, simplemente no podía creerlo, toda mi familia también tenía la certeza de que sería seleccionada, no dije nada, hasta que mi madre me lo pregunto, hasta ese momento no sentía ninguna emoción, cuando le dije que no había sido aceptada, ella solo me dijo: “NO TE SIENTAS MAL, LO INTENTASTE. “ Después de ella decir eso, todas la emociones cayeron sobre mí.
Comencé a sentir una tristeza horrible, llore y me sentía decepcionada, así pase ese día, los días siguientes nada cambio al contrario, empeoro, comenzó a crecer una ira dentro de mí, lo curioso es que no era dirigida para nadie, solo me levantaba enojada y me dormía enojada, también comencé a preguntarle a Dios el porqué de eso, porque no me había permitido ganar la victoria, le reclamé mucho, llore mucho, sentía que había fallado a mi familia, sentía vergüenza de mí, sentí como si mi mundo se hubiera venido abajo, como si hubiera estado en un lugar alto y de pronto hubiera caído.
No podía ver nada que me recordara mi intento fallido, veía chicos (a), que si lo había logrado y era peor.
Todos trataban de animarme pero eso más me deprimía, le exigía a Dios respuestas y era como si hubiera enmudecido porque nunca me contestaba. Me sentía pésimo, todo esa fortaleza que según yo tenía ahora se había vuelto nada y así estuve una semana.
Un día sentí que explotaría ya no podía más, me acerque a hablar con una persona de Dios, mi vida dio un giro de 360° después de esto.
CONTINUARA…
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