El sello de Garantía

Nada es más importante que la garantía de la salvación eterna del alma.

Jesús dice:” ¿Cuál es el provecho de ganar el mundo entero y perder el alma?”

Es imposible conquistarla y mantenerla sin la participación efectiva del Espíritu Santo. Solo Él es capaza de enseñar, guiar, fortalecer, sustentar y mantener a los seguidores de Su Hijo en el Camino.

Toda rama que no da fruto es cortada. Permanece sólo en el árbol la rama que da fruto. El Espíritu Santo, para nosotros, es como la Savia que nos da la vida. Sin savia la rama se seca. Sin Él, no se tendrá vida eterna.

Ya vi mucha gente ser curada de varias enfermedades, libres de toda clase de espíritus inmundos, conquistar una vida económica estable, en fin, alcanzar maravillas por la fe y, en seguida, abandonarla. Infelizmente, la mayoría se olvida que, si por la fe se logra, por la duda se pierde. La fe necesita mantenimiento.

Las personas alejadas de Dios cargan los problemas sobre sus cabezas, son oprimidas, viven a base de tranquilizantes, antidepresivos, drogas y no hay paz dentro de sus casas. Quien tiene al Espíritu Santo de Dios también pasa por problemas, la diferencia es que esos problemas no están sobre sus cabezas, pero sí debajo de sus pies, bajo control.

Solo quien es sellado por el Espíritu Santo permanece firme, ellos solo los verdaderos “llamados y escogidos” a los que la Biblia se refiere. Dios ha “llamado” a muchos, pero pocos son “escogidos”.

¿Injusticia divina? No. Así como la salvación del alma es ofrecida a todos, también para todos ha sido el bautismo en el Espíritu Santo.

El problema es que ni todos están dispuestos a sacrificar su propia vida. ¿Qué se puede hacer?

Todo bien material necesita manutención. Lo mismos ocurre con el mayor bien espiritual: la salvación del alma.

El Espíritu Santo es la Llama que impide la fe apagarse, Él es el sello de garantía de la vida eterna.

“Más vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de  Él.”

Romanos 8:9